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Los Crímenes de la Calle Morgue

Se produce el bárbaro asesinato de dos mujeres, madre e hija, en un apartamento de una populosa calle de París. Las primeras investigaciones no dan resultado alguno, evidenciándose la impotencia de la policía para esclarecer los hechos. Finalmente se hace cargo del asunto un detective aficionado, M. Dupin, que tras intensa y brillante investigación, ofrece una explicación extraordinaria.

Fortunata y Jacinta

Toda la estructura social, política y humana de la época en la que transcurre la novela desde 1869 a 1876, lo que abarca la mayor parte del Sexenio Revolucionario y los primeros tiempos de la restauración monárquica constituye la base de «Fortunata y Jacinta»; agudo análisis de una doble historia de amor y de desamor, en que pueblo y burguesía, hombres y mujeres, entretejen sus vidas y sus muertes. Novela señera en el conjunto de la obra del gran narrador que fue Benito Pérez Galdós (1843-1920), es un texto clave no ya del siglo XIX, sino del conjunto de la literatura europea.

Doña Perfecta

En Doña Perfecta se hace el estudio de una ciudad imaginaria, Orbajosa, anclada en una tradición cerril de inmovilismo. Al llegar el ingenuo ingeniero progresista Pepe Rey para casarse con la hija de la mujer que da título al libro, doña Perfecta, comienza una serie de intrigas en que crecientemente se empieza a desacreditar al ingeniero por parte del sector reaccionario y el clero de la ciudad. La obra termina trágicamente.

Nuestro Padre San Daniel

Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926) constituyen las dos partes de una novela en la que se nos muestra la vida y la muerte de una ciudad levítica, Oleza, trasunto de Orihuela, a finales del siglo XIX, y las pasiones, las crueldades, los amores, los odios, los sacrificios y los heroísmos de sus habitantes. La magistral prosa de Miró intensifica esta honda meditación, realizada con lucidez y amor, sobre la condición humana, el poder transformador del tiempo y la búsqueda de la felicidad, dando cuerpo a un mundo complejo y denso, percibido y gozado con demorada sensualidad mediante los cinco sentidos. El propósito mironiano de «decir las cosas por insinuación» afecta a todos los estratos de la novela, y sitúa al escritor alicantino entre los más radicales renovadores de un género que, en aquellos años, estaba sufriendo profundos cambios.

El Obispo Leproso

Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926) constituyen las dos partes de una novela en la que se nos muestra la vida y la muerte de una ciudad levítica, Oleza, trasunto de Orihuela, a finales del siglo XIX, y las pasiones, las crueldades, los amores, los odios, los sacrificios y los heroísmos de sus habitantes. La magistral prosa de Miró intensifica esta honda meditación, realizada con lucidez y amor, sobre la condición humana, el poder transformador del tiempo y la búsqueda de la felicidad, dando cuerpo a un mundo complejo y denso, percibido y gozado con demoradad sensualidad mediante los cinco sentidos. El propósito mironiano de «decir las cosas por insinuación» afecta a todos los estratos de la novela, y sitúa al escritor alicantino entre los más radicales renovadores de un género que, en aquellos años, estaba sufriendo profundos cambios. Esta novela original y deslumbrante, profunda y emotiva, viene a ser la culminación de la novelística de Gabriel Miró y una de las obras maestras de la novelística española. La unidad de la obra reside en el especial tratamiento temporal y la organización del texto, con una trama desarrollada entre la llegada y la muerte del obispo. El motivo del ferrocarril, metáfora de modernidad durante el siglo XIX, desencadena la lucha entre tradicionalistas y liberalistas. No es una simple censura de la vida provinciana. Nos encontramos con varias dialécticas: lo tradicional frente a lo liberal, el amor frente al egoísmo, el principio de autoridad frente al instinto. El tema de la profunda tristeza que imprimen los deseos insatisfechos vertebra todo el libro. En El obispo leproso, donde se desarrollan todos los motivos sociales, el autor se distancia de la linealidad en que se desenvuelve Nuestro Padre San Daniel, la primera novela del ciclo de Oleza, para abordar una estructura más compleja, donde domina lo narrativo sobre lo descriptivo en un discurso literario presidido en todo momento por la riqueza y extraordinaria originalidad de la palabra mironiana. Por extraño que pueda parecernos ahora, en su momento ambas novelas fueron vistas con escándalo.
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