La Malcasada

La historia situaba en un primer plano a Dolores, personaje cuya onomástica acaso posee un valor simbólico, pues las imaginadas mieles del matrimonio pronto se trocaron para ella en decepción y cárcel opresiva. Sin embargo, el relato trasciende la anécdota conyugal que asfixia a una mujer de gran sensibilidad para convertirse en crítica mordaz de una sociedad provinciana remisa a desprenderse de sus miserias. A través del caso personal que irá tiñendo de sombras la existencia de la protagonista, empujándola irremisiblemente hasta los abismos del dolor, la autora propone un retrato lleno de claroscuros, del que apenas se libra un paisaje al que la autora ha insuflado su ternura evocativa.